En el Sistema Privado
de Pensiones (SPP), la prestación que cada uno percibirá va a depender del
fondo acumulado en su Cuenta Individual de Capitalización.
El problema se
presenta cuando no sabemos exactamente hasta qué edad viviremos.
Si una persona se jubila a
los 65 años, vive hasta los 75 y tiene un fondo de S/.180,000 soles, puede
recibir unos S/.1,500 soles mensuales por el resto de sus días, pero ¿qué pasa
si vive hasta los 85 o los 95? El monto de su pensión tendría que reducirse. Si
finalmente muere a los 80, la mitad de su fondo quedó intacto y será entregado
a sus herederos, pero el afiliado pudo haber disfrutado -en vida- del doble de
su pensión.
Como no sabemos
cuántos años vivirá cada afiliado, es necesario elaborar un modelo teórico que nos permita proyectar
las probabilidades de vida y muerte de una población en función de la edad. La
Tabla de Mortalidad (TM) es el instrumento que va a permitir fijar el monto de
la pensión en atención a dicha proyección.
Esta es la razón por
la cual los datos consignados en la TM deben ser lo más cercano a la realidad
nacional, para que las AFP y las Compañías de Seguro cuenten con una
información certera que les permita calcular las reservas de las futuras
obligaciones.
Mediante Resolución
SBS N° 309-93 (18/06/1993) se autorizó, para el cálculo de las reservas de los
seguros previsionales -invalidez, sobrevivencia y gastos de sepelio-, la
utilización de las TM chilenas de 1985 (B-85). Esta fue una solución temporal
ante la falta de información propia en un sistema previsional que empezaba a funcionar,
pero -como
suele
suceder- está medida transitoria fue aplicada por muchos años.
La expectativa de
vida en Chile es diferente, pues varía en función a la edad, género, causas de muerte,
niveles de pobreza y condiciones socioeconómicas de su población. Si la
esperanza de vida es mayor, el monto de pensión es menor, y viceversa, de ahí
la necesidad de contar con una TM ajustada a los datos de nuestra realidad.
En el Perú se
utilizaron tres TM diferentes: primero, las tablas chilenas B-85, hasta que por
la Resolución SBS N° 354-2006 (21/03/2006) se aprobó el uso de nuevas tablas
-también chilenas- con datos actualizados al 2004 (RV-2004), que fueran
modificadas posteriormente por la Resolución SBS N° 17728-2010 (28/12/2010).
Los recientes cuestionamientos al SPP han surgido
porque hace algunas semanas la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS)
pre-publicó una TM -que pretendía aplicar a partir de Enero de 2016- en la cual
determinaba, sobre la base de un informe de Deloitte (España), el aumento de la
esperanza de vida para los afiliados del SPP en el Perú: hasta 87 años para los
hombres y hasta 90 años para las mujeres.
Ante la ola de
críticas, que llevaron incluso al Superintendente ante el Congreso de la República,
el 11/11/2015 la SBS emitió un comunicado informando que se dejaban sin efecto
las TM pre-publicadas, para “asegurar una
adecuada discusión técnica en un marco total de transparencia que siempre ha
caracterizado a la institución”.
Más allá de las TM en
sí, nos preocupa que el tema previsional pretenda ser resuelto con medidas
parciales, como el proyecto que pretende otorgar el 95% de los fondos a los
afiliados de las AFP cuando se jubilen (a los 65 años).
Estamos frente a una
propuesta típica de época de elecciones, que carece de sustento técnico y lo
único que va a lograr en un futuro -de ser aprobada- es que tengamos más
afiliados en el padrón de “Pensión 65”.
Si en países como
Australia, donde se entrega a los afiliados el 100% de sus fondos, éstos suelen
agotarlos en un promedio de 10 años, es probable que en el Perú dichos recursos
no lleguen ni al fin de mes, pues no existe una cultura generalizada de ahorro
y sí, más bien, mucho desconocimiento en materia de inversiones.
El ahorro previsional
puede ir de la mano con el ahorro ordinario y las inversiones que los
ciudadanos con ingresos altos y medios quieran y/o puedan realizar, pero no
debe ser sustituido por éstos, porque es una garantía -así sea mínima- de un
ingreso básico para cubrir las necesidades más esenciales.
El peruano suele
ahorrar para objetivos de corto o mediano plazo (un carro, una casa, estudios,
etc.), pero no con fines previsionales, que erróneamente vinculan a la vejez
(jubilación), pues una pensión nos puede servir hoy mismo, si sufrimos un
accidente o una enfermedad (invalidez), incluso si fallecemos (viudez,
orfandad, etc.).
Olvidamos además, que
uno de los principales problemas del SPP es la morosidad del pago de los aportes
retenidos a los trabajadores dependientes por sus empleadores, lo que origina la
existencia de 750 mil procesos judiciales y una deuda en las Cuentas Individuales
de Capitalización de los afiliados que superaría los S/. 22 mil millones de soles,
que sumado a la informalidad laboral (70% en promedio), impide que la mayoría de
peruanos tengan una protección presente -y futura- en materia de seguridad
social.
Hace unos días Prima
AFP (adjunto enlace) presentó algunas propuestas interesantes que valdría la
pena evaluar. Esto muestra que todos -de un extremo u otro- podemos aportar
para la mejora del SPP, priorizando a quien debemos priorizar: al afiliado.
http://gestion.pe/tu-dinero/afp-prima-propone-que-afiliados-puedan-usar-fondos-acceder-credito-hipotecario-sin-pagar-cuota-inicial-2148762
La reforma integral
del sistema previsional (privado y público) es el bosque en el cual debemos
concentrarnos, en lugar de fijar la mirada sólo en algunos de sus árboles.
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